"el mundo se va acabar/el mundo se va acabar/si un día me has de querer te debes apresurar..."
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imágenes apocalípticas por doquier, en verdad.
películas que reflejan cuan cercanos son los escenarios proféticos de caos, mortandad, enfermedad.
ante todo: la inefabilidad del arte para expresar la angustia, la conmoción de inminentes batallas.
oaxaca, monterrey… la esquina. No se vayan lejos.
insatisfacción-deseo.
deseo.
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Neta, las palabras se me quedan cortas, muy cortas, para decir qué tanto me mueven esas escenas de destrucción y devastación, pero –sobre todo- las escenas del Hombre vs sí mismo. Del Hombre megalómano que no piensa ni siente, sólo actúa y destruye, y atropella a cualquiera en su camino. Ése es el futuro; no otro… promisorio, ¿no?
Y es que, Andrés no me deajrá mentir, no tienen idea de cómo chillé como loquita cuando vi la película controversial de La Pasión (o como se llame, la dirigida por el Gibson), y no porque crea en un dios –no es mi caso-, no porque se el icono de la iglesia de muchos… no-no. Me dolió su dolor; me dolió el dolor del personajito, del actorcito. Me dolió reconocer -que no pensar- que sí existe gente que puede meterte una brasa ardiendo en una llaga que te creó; que te pueden escupir cuando no tienes en qué caerte muerto… Que se puede ser tan egoísta, que ni una mirada a tu vecino; no un “buenos días”, siquiera. Pero lo mismo me pasó con un video reciente de un tipo golpeando a su perro –y vaya que un pastor alemán, no cualquier tamaño petite- con un bate de béisbol mientras el pobre indefenso gemía y gemía y no podía escapar porque estaba amarrado con semejante cadena, y no podía defenderse porque el pendejo aquél no lo dejaba respirar un instante [¡¿por qué?!]. Y no tienen idea tampoco de cuánto chillé. Me dolió, en verdad. Seres vivos, al fin.
Puedo continuar, en serio; no me dejen.
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Ya basta de niñerías;
Bueno y qué, soy una niña.
No me hagan caso. Hoy me movieron muchas cosas, y esas cosas, me pudieron.